miércoles, 26 de febrero de 2014

Desmontando la medida estrella. O no.



Estando de acuerdo en lo fundamental con la medida que acaba de anunciar el Presidente Rajoy a bombo y platillo, mediante la cual los empresarios pagarán 100 euros los 24 primeros meses por un contrato indefinido (?), me gustaría plantear alguna cuestión que podría escaparse entre el vocería ferial de los gritos del presidente. 
Veamos: en el año 2009,  y para los años 2009,2010,2011, prorrogados al  año 2012,2013 y 2014 entró en vigor una disposición adicional, la número 27, a la ley de Renta que permitía a los empresarios con menos de 25 trabajadores y una facturación de menos de 5 millones de euros, es decir, la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, reducir sus ganancias un 20%  hasta el 50% de los salarios. Es decir que un empresario que   declarase unos beneficios de 50000 euros y mantuviese o incrementase la plantilla media podría deducirse hasta 10000 euros de su base imponible, lo que podría llegar repercutir en un ahorro de aproximadamente 3800 euros.
Esta disposición, por ser adicional y temporal, pierde su efectividad en el ejercicio 2014 y me surge la pregunta clave: ¿Será prorrogada o desaparecerá?
Si desaparece, el efecto de la tarifa plana anunciada se diluirá y será otra medida propagandística más para acallar a la gran masa, porque los empresarios diligentes saben exactamente qué medidas son efectivas y cuáles humo de paja.

Orense a tantos de tantos.

Después del debate.

lunes, 17 de febrero de 2014

El Pianista del Gran Hotel.




El pianista del Gran Hotel no tiene pelo. Su reluciente testa sobresale por encima del teclado, inclinándose suavemente al ritmo de la música.  Sus dedos acarician  melodiosamente  las teclas paseándose entre ellas  sin apenas esfuerzo  llenando el salón de hermosas melodías. El pianista del Gran Hotel apenas levanta la vista. Agradece al rígido camarero el vaso de agua con un gesto leve y prosigue su peregrinación de canciones que permite viajar a los escasos clientes desde la comodidad de sus butacas  hasta New Orleans pasando por el cálido brasil en un perfecto ensamblaje de sould y samba.   El hombre y la mujer de la mesa de enfrente del pianista alaban  la justicia de la música que suena idéntica  para millonarios que para labradores. Y se imaginan en aquel magno salón, medio vacío ahora, a la clase más favorecida de los años 20 con sus adustos gestos, sus estirados bigotes y sus pipas humeantes, sus mujeres engalanadas debajo de sus amplios sobreros, las faldas rozando las alfombras arábigas y el pianista desgranando idénticas melodías. Imaginan al Marqués de Riestra, el hombre más rico de Galicia por entonces y uno de los más influyentes políticos de España,  ignorando la brillantez de la cabeza del pianista, dos veces brillante, para emprender sus negocios y atar voluntades al capital de sus muchas empresas y actos políticos. El Marqués de Riestra allá en una esquina habla con solemnidad a un grupo de terratenientes que embelesados asienten y el hombre desde el asiento de enfrente del pianista observa cómo varios de los hombres extraen su estilográfica y rubrican en un folio su asentimiento. 


El pianista ahora entona de viva voz una canción “Monna Lisa” y el hombre de enfrente se dedica a la tarea de adivinar la procedencia geográfica del pianista. Por su virtuosismo había intuido que perteneciese a una ciudad del  Este de Europa,  aunque su físico, de tez sonrosada y rostro redondeado,  no lo sugiriese.
De pronto, al notar el arrastre de la “l”, y la nasalidad prolongada de la “n” de Monna, descubrió sin lugar a dudas su procedencia de todo punto impensada. El pianista era portugués con toda seguridad, como Mourinho.  De nuevo su voz sonó cálida en el Gran salón, certificando las impresiones de la pareja de enfrente que  después de pagar su cuenta, se levantó de la mesa con sigilo en busca del descanso en otro hotel más alejado.


Orense a tantos de tantos.