Hablemos de lo que realmente importa.
Dejemos de lado la prima de riesgo, los avatares del Ibexx 35, la presión de los mercados, la destrucción parcial de las Fragas del Eume, el tiro de Froilán y el bajonazo que Aguirre le ha espetado a Rajoy en lo alto de las Autonomías; restemos importancia al lote de vinos con que Bodegas Martín Códax me obsequió por una foto del Camino (mérito de mi señora) cuando lo que me hacía ilusión era ganar el premio por el relato.
No le demos tampoco importancia a la bronca que me propinó ayer un mendigo en Santiago por lo avaro de la propina. "¿Sólo me da esto?, ¿Pero como puede darme usted solamente esto?"
Lo que de verdad importa "al conjunto de los españoles" es si el R. Madrid va a ganar o no la Liga.
Antes de adentrarme en el análisis profundo de la cosa, he de confesar que, aunque no lo parezca, he perdido casi todo el interés por el fútbol; no obstante en un momento alejado, era la mitad de mi vida, la válvula de escape que aliviaba la presión que mi juventud sufría lejos de casa; corría aquella banda con la velocidad de Aquiles, como si quisiera volver a ella. No haré ostentación de las lecturas clásicas, ya que era la disculpa necesaria para observar el busto manco de Venus, compararlo con el de Afrodita y extraer las pertinentes conclusiones; a saber: la falta de brazos no era ningún desdoro, quedaban a la vista atributos de mayor relevancia.
Como toda persona bien nacida, en frase del Sr. Bernabeú, era yo un fiel seguidor del equipo mencionado y si no fuera por respeto a vosotros, declamaría de memoria la alineación que consiguió la quinta copa de Europa en prueba de la veracidad de lo que afirmo. Sé que me creéis, por ello omito el sufrimiento.
Con la fuerza que me da todo lo anterior, vengo a sostener que lo mejor que le puede pasar al R. Madrid, algo más que un equipo de fútbol, espejo donde se miran millones de seres, algunos jóvenes y en edad de aprender, es no ganar esta liga. Perderla supondría vaciar de contenido la idea de que un hombre sólo es el principio y el fin de todo. Ganarla significaría lo contrario y podría penetrar de tal manera esa idea en el Club que ya no la abandone, dando lugar a lo que se vislumbra: Esquizofrenia, capricho,inestabilidad, victoria a cualquier precio...y Pepe!
Ya se ha demostrado históricamente que se puede ganar con entrenadores y comportamientos señoriales, dándose la paradoja de que incluso algunos, de familias republicanas, han llegado a marqueses.
Esta tarde-noche, pues, no veré el partido y me dedicaré a mis quehaceres al no poder entregarme por entero a la pereza.
Orense a tantos de tantos.